Descripción
Los colombianos no somos lo que somos o por lo menos no nos aceptamos como tales; y no queremos saber qué queremos, por lo menos de conjunto: es un divorcio que sufrimos a todos los niveles como si fuéramos el país de las divisiones, los desencantos y los enfrentamientos. No hemos podido encontrar un destino común, tampoco lo hemos intentado: tenemos unas élites mirando hacia el extranjero, al que consideran su paraíso lejano y un pueblo ensimismado en sí mismo, tratado como extranjero en su propio país, temeroso de enfrentar la realidad, como estrategia de supervivencia.
Todas nuestras raíces nos hacen un país diverso, disperso y a partir de allí fragmentado, dividido y enfrentado; incapaz de convivir o de encontrar un destino común.
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